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La soya boliviana se rezaga por falta de biotecnología y cae al quinto lugar

Juan, un potosino que dejó su tierra para apostar por la agricultura en el departamento de Santa Cruz, decidió invertir en la producción de soya en la comunidad 26 de Agosto del municipio de Cuatro Cañadas. Era diciembre, las condiciones climatológicas no eran las adecuadas, había llovido muy poco, pero aun así decidió sembrar soya en su propiedad de unas 100 hectáreas de terreno. En los primeros días de enero ya debía haber brotado el tallo y las hojas de las plantas, pero no fue así debido a la escasez hídrica. A partir de ese instante, el panorama se tornó muy sombrío para Juan; finalmente, en febrero quedó confirmado lo que ningún agricultor quisiera escuchar: “Se perdió la cosecha”.

La sequía viene golpeando la economía boliviana y de otros países de la región, dadas sus consecuencias sobre la producción agropecuaria. Este tipo de eventos, que ocurren con mayor frecuencia por impacto del cambio climático, halló una solución gracias a uno de los descubrimientos más resonantes de la biotecnología argentina, la denominada tecnología HB4. Actualmente, es la única tecnología aprobada a nivel mundial de tolerancia a la sequía. Hay siete variedades registradas en Argentina.

En el caso de Bolivia, esta tecnología se encuentra en etapa de evaluaciones de campo tras la solicitud de aprobación de su uso presentada ante el Comité de Bioseguridad Alimentaria por la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo  (Anapo), que considera que puede llegar a ser un evento tecnológico muy importante para la producción de soya, tomando en cuenta el cambio climático.

Fernando Romero, presidente de la Anapo, considera que el país no puede seguir rezagado en el uso de la biotecnología, ya que sus vecinos: Argentina, Brasil y Paraguay, e incluso Uruguay, han mejorado su productividad sustancialmente gracias a la biotecnología; mientras que Bolivia tiene un atraso de 20 años.

Hasta hace algunos años, indica, Bolivia era el tercer productor de soya en Sudamérica y era el principal proveedor de este y otros granos a la industria avícola y porcina de los países de la Comunidad Andina de Naciones (CAN). Hoy, el país bajó al quinto lugar en productividad con 3 millones de toneladas de soya por año y, sorprendentemente, Paraguay tuvo un ascenso vertiginoso gracias a la implementación de la biotecnología, produce 6 millones de toneladas por año.

Paraguay tiene cinco eventos tecnológicos aprobados en soya, siete en maíz y también en trigo. “Su apuesta fue: ‘Veamos el mundo como nuestro mercado, apostemos a la máxima innovación, a la biotecnología de punta para producir más’, y eso hizo que Paraguay despegue”, refiere el presidente de la Anapo.

Según estimaciones del gerente general de la Anapo, Jaime Hernández Zamora, con la biotecnología la productividad de los cultivos de soya aumentarían en un 30 por ciento, eso significa 900 toneladas adicionales, que transformadas en exportación son unos 500 millones de dólares en divisas que ingresarían a la economía nacional.

En el caso del maíz, explica, el impacto sería mucho más grande, aumentaría en un 80 por ciento. Actualmente, el rezago tecnológico del maíz es alarmante, la productividad es muy baja comparada con los rendimientos de otros países.

Hoy, la demanda del mercado interno es de 1.200.000 toneladas por año y se tiene un déficit de entre 400 mil y 500 mil toneladas, que son cubiertas con producto de contrabando proveniente de Argentina con semilla genéticamente mejorada.

Proceso largo

Romero estima entre 8 a 10 años el tiempo para desarrollar biotecnología propia, cuyo proceso tiene que ir acompañado de una fuerte inversión, tanto estatal como privada; pero para ello se tiene que tener la autorización del Gobierno. “En este momento ni siquiera se puede hacer evaluaciones ni desarrollo porque están totalmente prohibidos”, afirma.

El gerente técnico de la Anapo, Richard Trujillo, cree que el Gobierno se resiste a la biotecnología por falta de información. Este criterio es compartido por el presidente de la institución, quien considera que la oposición que hoy existe pasa más por un tema ideológico que técnico.

Hasta la fecha —argumenta Romero—, no existe evidencia de que ninguna persona en el mundo haya muerto por consumir productos genéticamente modificados; de hecho, la gente aquí en Bolivia consume galletas, corn fllakes y otros que provienen de Argentina o Brasil que son elaborados con granos que han sido sometidos a un proceso biotecnológico.

Opiniones

“Creemos que el país debe apostar por el sector oleaginoso, es renovable y genera excedentes para la exportación que se traduce en dólares y mayor empleo”. 

Fernando Romero

Presidente de la Anapo

“El Gobierno se resiste a la biotecnología por falta de información. Esperamos que se apruebe lo antes posible la soya HB4 resistente a la sequía”.

Richard Trujillo

Gerente Técnico de la Anapo

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