¿Qué sucede en el colegio quillacolleño Cristina Prado? ¿Por qué se han producido dos tragedias que tuvieron como víctimas a dos escolares en apenas tres días? Las dudas y preguntas que a estas horas se formulan las autoridades educativas y la Policía son muchas.
A la muerte de Kevin V. (17 años), asesinado a pedradas el 16 de octubre pasado en lo que ha sido un crimen sanguinario, se le ha sumado el deceso de otra joven alumna del mismo establecimiento. La estudiante fue hallada sin vida la noche del miércoles 18 de octubre.
Conforme a la información oficializada ayer por el titular de la Dirección Departamental de Educación de Cochabamba, Iván Villa, la menor acabó con su vida.
Villa apuntó que hallaron el cuerpo en su vivienda, situada en Ironcollo, Quillacollo.
“Lamentablemente también hemos tenido el suicidio de una de las estudiantes del mismo curso, de otro paralelo. Esperemos que estos casos se vayan a esclarecer. Se recomendó a la unidad educativa que el director y maestros puedan reunirse con padres de familia”, indicó Villa.
La autoridad no descarta ninguna posibilidad que pueda relacionar a otros colegiales con ambas tragedias. De todos modos, prefirió dejar en manos de la Policía el curso de las investigaciones.
“No vamos a adelantar nada”, sentenció, para luego dar a conocer que han solicitado informes al director del colegio en cuestión.
La menor habría perecido producto de una asfixia mecánica, en consonancia con lo citado por Red Uno.
EL CRIMEN DE KEVIN
La muerte de Kevin tuvo lugar el lunes pasado. Su cuerpo fue descubierto en un callejón de la zona de Villa Marquina, en Quillacollo. Se suponía que él y sus compañeros debían participar en un desfile en Falsuri, pero un grupo de ellos no asistió a la actividad educativa.
La grabación de una cámara de vigilancia mostró al sospechoso huyendo tras aparentemente atacar a Kevin con una piedra. Sus compañeros de clase lo identificaron a través de los videos y proporcionaron información a la Policía. Finalmente, el acusado de quitarle la vida a Kevin fue encerrado en un centro para menores, donde deberá pasar seis años.
